lunes, 3 de agosto de 2015

Reportaje - Tania Flórez

El oficio de guiar en tierra ajena



Un exmarinero manizaleño atracó indefinidamente en Cartagena y cuenta a los visitantes la historia de la ciudad como si contara su vida

Iris Londoño Restrepo recorre a diario museos, plazas y calles del Centro Histórico de Cartagena, apoyado en un bastón y acompañado de turistas que escuchan con fascinación historias de glorias pasadas. El manizaleño de 64 años es guía turístico hace 15, cuando la pérdida de su peroné derecho le obligó a dejar de ser marinero.

Londoño se convirtió en "chinche" (mendigo) cuando era un adolescente y comenzó a navegar con gitanos. "Era marinero mercante, hacía mantenimiento de barcos tanques, cargueros, surtidores de plataforma, buques bulk carriers y surtidores en general. Cuando regresaba a los puertos colombianos vendía víveres extranjeros".





El exmarinero, que habla inglés y noruego con acento paisa, decidió trabajar en el turismo luego de quedar cojo, pues sabía que esta es la actividad económica que más dinero produce en Cartagena y que su experiencia en el trato con extranjeros le facilitaría el oficio, pero quiso profesionalizarse. Estudió una carrera técnica de turismo en el Sena, cuatro años difíciles, no solo por lo que le significó retomar los estudios después de los 50 años, sino porque no tenía trabajo y debía pagar arriendo y transporte.

El manizaleño asegura que de los 300 guías de la ciudad hay unos de primera, segunda y hasta de quinta categoría. Él es de primera. "El 15 por ciento del aprendizaje sobre la historia de la ciudad me lo dio el Sena y el 85 por ciento restante lo conseguí leyendo en la biblioteca. Aquí hay muchos charlatanes que dicen cualquier cosa a los turístas; cuentan relatos populares, pero nada de historia".

Iris se toma en serio su trabajo: viste camisa mangalarga y tirantes, cabello canoso bien peinado y su bastón luce recluciente. Llega a las 9 de la mañana al Museo Naval del Caribe y ahí espera a sus clientes. Ofrece sus servicios sin afán, sin acosarlos. Lo llaman de la Armanda Nacional y de colegios públicos y privados de la ciudad para que conduzca los recorridos turísticos. A las 4 de la tarde se va, nunca trabaja de noche.

"Cuando estaba comenzando en esto esperaba a los marineros y en la noche los llevaba donde las chicas, pero ya no hago eso porque además de que no tengo edad para trasnocharme , ahora hay muchos factores que no me gusta manejar como la droga y la prostitución infantil".

Londoño cobra por guíar en cada uno de los museos entre 20 y 25 mil pesos y además ofrece varios tours en la ciudad amurallada: por el panorámico en el que recorre museos, plazas y calles, cobra entre 120 mil y 150mil pesos para un grupo de cinco personas. Ese es el más costoso. El museológico (solo museos) y el cosmogónico (iglesias y conventos) valen entre 60 mil y 80 mil para el mismo número de participantes.



Eduardo Durán, otro guía turístico, no tiene tarifas ni tours y aunque dice leer mucho de historia admite que debe improvisar cuando pasa por calles o plazas de las que conoce poco. "Cobro dependiendo del turista, el americano es el mejor porque paga lo que se le pide, pero los franceses y alemanes son más cují (tacaños)", comenta Durán que por estos días viste un sueter polo de Gema Tours, una empresa de turismo de la ciudad que los contrata por días para que dirijan algunas de las actividades de los paquetes turísticos contratados por visitantes extranjeros."Cuando lo contratan por días es más fácil porque sabes que tienes el dinero seguro".

Pero el guía manizaleño tiene una visión radical sobre el trabajo con las empresas turísticas: "Pagan poco y se demoran mucho , uno va hasta dos y tres veces a la sede y en eso se gastan como diez mil pesos en el bus, o sea que si son 60 mil que deben pagarme terminan siendo 50 mil, eso no es rentable".

Al exmarinero tampoco le gusta trabajar en el Puerto cuando llegan los turistas en cruceros, pues revela que trabajadores de la Sociedad Portuaria tienen una "mafia" y asignan a los guías más jóvenes el grupo de visitantes más adinerado o con recorridos más extensos.

"Mi gran ventaja es la sabiduría y el conocimiento sobre la historia de Cartagena, a mi no se me acaba el argumento con el turista, yo siempre tengo algo que contarle".

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