lunes, 3 de agosto de 2015

Reportaje - Marcy Alejandra Rangel

Venezolanos en Getsemaní:
entre oportunidades y desplazamiento

Bar del Sur, Mochima y Mystic House son algunos de los comercios que ha inaugurado esta comunidad

Marcy Alejandra Rangel

Cartagena.- Venezuela es un país de emigrantes. La crisis estructural que se agravó hace 15 años ha provocado que la generación de profesionales recién graduados abandone su lugar de origen para buscar una mejor calidad de vida. Luis Vicente León, en una encuesta de Datanálisis, aseguró que el 25% de los venezolanos conoce a un familiar o amigo que se ha ido. En diciembre, uno de cada 10 venezolanos se encontraba en trámites para emigrar.

Parte de esa cifra son los 90 mil que viven en Colombia, según la Universidad Central de Venezuela, que asegura que cada día 52 venezolanos se mudan a este país. No hay números precisos de cuántos de esos emigrantes han llegado a Cartagena de Indias, pero solamente en el barrio de Getsemaní hay un sector con cuatro comercios atendidos por sus propios dueños: venezolanos del estado Falcón, costa noroeste de Venezuela.

Subiendo por la Calle de la Media Luna está Christian Condo, dueño del hostal Mystic House, una casa con camas en alquiler entre 25 mil y 135 mil pesos colombianos. En la Calle del Guerrero se encuentra Arturo, famoso por su carrito de arepas. En la del Carretero está la tienda Mochima, homónimo del Parque Nacional que se encuentra en el estado Sucre, costa este de Venezuela. Sus dueños, Juan Carlos y Evelyn Binario, decidieron vivir en Cartagena hace cuatro años. No viajaron por vacaciones, sino a buscar oportunidades. Y la consiguieron en esa tienda que vende ropa y accesorios, además de waffles dulces por la tarde. En la misma acera se encuentra El Bar del Sur –uno de los ocho mejores de Cartagena según el Primer Concurso de Mixología del Hotel Sofitel Legend Santa Clara que se celebró en junio–. Es atendido por Mario Loaiza, el dueño, quien trabaja junto con cuatro venezolanos más. Llegó en noviembre de 2014 con ganas de emprender y arrendó la casa que decoró con fotos de personajes, frases y lugares de la cultura latinoamericana. “Todos los hombres sueñan con tener un bar, y yo tenía una micro cervecería artesanal llamada Falcón que empezaré a producir aquí el mes que viene”. El bar estilo bohemio abrió el 15 de noviembre, en Getsemaní.

Mystic House Hostel, propiedad del venezolano Christian Condo | Foto: archivo


Lorenzo Mendoza, Presidente de Empresas Polar, dijo en una alocución que quien se iba del país “cambiaba unos problemas por otros”. Al llegar a Cartagena, estos cinco venezolanos se encontraron con un barrio que tiene una historia rica en patrimonio: es el barrio heroico, donde se alzó el grito de independencia, pero además es un lugar que pasó de ser el más peligroso de Cartagena, a convertirse en uno de los más turísticos. Los nativos están siendo desplazados por otras personas de mayor estrato económico que, como los venezolanos, quieren convertir el barrio en turismo puro.

Luego de la apertura del Café Havana en 2006, comenzó la apuesta y la revalorización de las propiedades. En palabras de Brigitte Meza, especialista en Gestión Turística, existen 90 hoteles en Getsemaní que, junto con restaurantes y bares, han hecho que el barrio pase de estrato dos a estrato seis. Esto quiere decir que los nativos han tenido que salir de sus casas por el alto costo de los servicios básicos (agua, luz, gas) o porque los nuevos interesados en hacer vida allí les compran sus casas en 400, 600 y hasta 800 millones de pesos –cuando una casa en otro lugar de Cartagena bien podría costar a partir de 50–. Eso ha creado un movimiento de resistencia, con el 8% de nativos que queda en el barrio, quienes se niegan a vender sus propiedades y salir de ahí. A este proceso, se le ha dado por nombre el anglicismo “gentrificación”.

Mario Loaiza, dueño de El Bar del Sur | Foto: MAR

Para Loaiza no fue fácil entrar en Getsemaní: “Este barrio es pesado. Cuando llegamos, vivíamos en la Calle La Lomba en donde no hay ningún comercio, puro getsemanisense. Fue difícil vivir ahí, por la discriminación que sentíamos, pero de tanto caminar por ahí todos los días fuimos logrando aceptación”. El dueño de El Bar del Sur forma parte de la Comisión de Turismo y Cultura Sostenible como representante de la empresa privada. Su negocio es uno de los que está a favor de integrar a la comunidad en sus negocios para crear pertenencia; dos de sus trabajadores son nativos de Cartagena y la idea de la comisión es incentivar a que la comunidad pueda trabajar en el comercio. "La organización Tu Cultura, a la que pertenezco, hace eventos culturales, tiene programas para prevenir el consumo de drogas y yo voy porque siempre hace falta que esté alguien de la empresa privada para dar ideas y defender a los empresarios”.


En Venezuela las posibilidades de crecimiento son mínimas. Loaiza todavía mantiene abiertas el par de tiendas con las que sobrevivía en Venezuela, pero no sabe cuánto tiempo más pueda hacerlo por el costo que representa la constante subida de la inflación, que cerró en 2014 con 68% en cifras oficiales. En Getsemaní hay posibilidades de abrir un nuevo bar y lograr ahorros para continuar la búsqueda por un lugar que ofrezca la tranquilidad que no encontraron en su país de origen. Las ciudades capitales ya no son la única opción.




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