Bazurto,
entre el oro y el lodo
El mercado de Bazurto, punto de
encuentro en Cartagena de todos los estratos sociales, tan caótico como
emblemático, será fraccionado y reubicado.
Yeila Mariné, vendedora de bollos de Bazurto. |
Cartagena.
Dos cabezas de cerdo cuelgan de un gancho. De las cabezas chorrean gotas de
sangre que caen en un charco donde se mezclan con el agua del pescado, agua de
lluvia, orinas varias. Las “orinadas” cuestan 500 pesos para las damas y 300
para los caballeros. Pero hacerlo a la intemperie es gratis. Pilas de yuca,
plátano, papa y coco conviven con pilas de cosas que no se pueden comer: vidrios,
cartones y escombros. El mercado de Bazurto ha estado ubicado durante los
últimos 34 años en el Playón de Gavalo, a un costado de la ciénaga de La Quinta, en el centro geográfico de Cartagena.
Es un sitio de encuentro -tal vez involuntario-
entre clases. Muchos llegan en buseta para hacer la compra del mes, como Ayleen Álvarez (28), quien viene
siempre porque “es fresco y barato”. Otros llegan en autos con vidrios
polarizados y compran desde adentro para no pisar el barro. Sin bien los
vendedores lo señalan como un punto turístico, es improbable que un extranjero llegue
acá sin haber recibido advertencias. En la oficina de turismo la empleada no lo
llama “Bazurto”, sino “el mercado negro” y no sólo por la ilegalidad de las
transacciones: “No vayas. Los negros atacan a los turistas. Te pueden
secuestrar. Si te pierdes y pides ayuda, contestan ‘aja, ¿y cuánto me vas a
dar?’”.
La zona que limita con la ciénaga es una
de las más marginales. Hacia adentro, las motos esquivan transeúntes a toda
velocidad. Los puestos improvisados y los vendedores ambulantes no respetan los
límites entre calles y veredas. En el caos, sin embargo, hay un orden
internalizado por los que lo transitan cotidianamente. Una división por rubros:
alimentos frescos, frituras, cristalería, productos electrónicos. Entre mayoristas,
minoristas y ambulantes hay más de 30 mil comerciantes. La empresa recolectora
de basura no da a basto para levantar las 5 toneladas diarias. Bazurto no tiene
cloacas y la mayoría de los locales no tienen agua, ni luz, ni gas. El trabajo
infantil es moneda corriente. Elías (13) vende mangos. Carlos (9), su hermano
menor, cubre con un cartón los asientos de las motos estacionadas para que no
se recalienten a cambio de una moneda. Trabajan el fin de semana “para juntar
para ir a la escuela. Cuando va bien tenemos para la buseta y la merienda” ¿Y
los fines de semana en los que no va bien? “No vamos al colegio por unos días.”
Cartel en puesto de bebidas. También tiene baños. |
El mercado está a punto de cambiar. Los
vecinos de los barrios cercanos presentaron en 2011 una orden judicial para que
se lo reubicara. Los motivos: contaminación, mal olor y la ciénaga convertida
en un depósito de basura. Llevaron la demanda hasta la Corte Constitucional y
ganaron. La mayoría de los comercios serán trasladados en febrero al barrio El
Pozón y a la Terminal de Transportes, y muy pocos conservarán su local en esta
zona. Elianis de 22 años, vendedora de carteras, mientras su beba duerme en una
caja dentro del puesto, tiene dudas sobre la mudanza: “Hay que ver cómo nos van
a mover. Si entramos todos, en qué condiciones. Casi todos somos informales
pero queremos ser formales”. Luis Zabatella (32), vendedor de carbón, no opina
lo mismo: “el mercado es la mejor empresa de Cartagena. Recibe, recibe y no
abona nada.” Jairo Barrera, vendedor de calzado y líder de la asociación de
minorista, comparte miedos con otros puesteros: “Hay que elegir entre
trasladarse o recibir un incentivo, el Plan Semilla. Está mal puesto el nombre:
aunque te den un dinero si te quitan tu espacio, ¿dónde vas a plantar tu
semilla?” Algunos aceptaron el incentivo pero “se lo gastan y a los pocos meses
aparecen tratando de vender. Ésta es su fuente de trabajo. Es lo que saben
hacer”. Jairo se refiere a los terrenos sobre los que actualmente se asienta el
mercado como “la gallina de los huevos de oro”. Según sus cálculos, por la
ubicación cada metro cuadrado vale unos mil millones de pesos.
En 1978, comenzó el traslado del viejo mercado de Getsemaní |
Ésta no será la primera mudanza en la
historia de Bazurto. Hasta el 21 de enero de 1978, el mercado estuvo en el barrio Getsemaní. Muchos la recuerdan como una época dorada en la que Bazurto era más valorado: cuando fue trasladado al Playón de Gavalo hasta
el presidente Alfonso López Michelsen y sus ministros asistieron a la reinauguración. “Cuando nos vinimos de Getsemaní hubo un cambio. Allí
se vendía muchísimo más”, recuerda Isaura Gamarra (71), histórica vendedora de
pescado. Y su clienta, Laura Urtado (43), se suma a la charla mientras elige la
mercadería: “Mientras los ubiquen bien… porque todo el mundo tiene derecho a
trabajar, va a ser un cambio para mejorar la ciudad”. Yeila Mariné (36), mientras
cocina bollos, hace su aporte desde el puesto de al lado: “donde esté Bazurto seguirá
siendo clave. El que llegue a Cartagena y no pase por acá, no conoce
Cartagena.” Porque a diferencia del Centro y la zona norte, donde los turistas
son mayoría, “la gente que se ve aquí, caminando entre el barro y la basura, es
lo que queda de los verdaderos cartageneros.”
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