lunes, 3 de agosto de 2015

Reportaje - Dolores Curia


Bazurto, entre el oro y el lodo

El mercado de Bazurto, punto de encuentro en Cartagena de todos los estratos sociales, tan caótico como emblemático, será fraccionado y reubicado.

Yeila Mariné, vendedora de bollos de Bazurto.

Cartagena. Dos cabezas de cerdo cuelgan de un gancho. De las cabezas chorrean gotas de sangre que caen en un charco donde se mezclan con el agua del pescado, agua de lluvia, orinas varias. Las “orinadas” cuestan 500 pesos para las damas y 300 para los caballeros. Pero hacerlo a la intemperie es gratis. Pilas de yuca, plátano, papa y coco conviven con pilas de cosas que no se pueden comer: vidrios, cartones y escombros. El mercado de Bazurto ha estado ubicado durante los últimos 34 años en el Playón de Gavalo, a un costado de la ciénaga de La Quinta, en el centro geográfico de Cartagena.
Es un sitio de encuentro -tal vez involuntario- entre clases. Muchos llegan en buseta para hacer la compra del mes, como Ayleen Álvarez (28), quien viene siempre porque “es fresco y barato”. Otros llegan en autos con vidrios polarizados y compran desde adentro para no pisar el barro. Sin bien los vendedores lo señalan como un punto turístico, es improbable que un extranjero llegue acá sin haber recibido advertencias. En la oficina de turismo la empleada no lo llama “Bazurto”, sino “el mercado negro” y no sólo por la ilegalidad de las transacciones: “No vayas. Los negros atacan a los turistas. Te pueden secuestrar. Si te pierdes y pides ayuda, contestan ‘aja, ¿y cuánto me vas a dar?’”.
La zona que limita con la ciénaga es una de las más marginales. Hacia adentro, las motos esquivan transeúntes a toda velocidad. Los puestos improvisados y los vendedores ambulantes no respetan los límites entre calles y veredas. En el caos, sin embargo, hay un orden internalizado por los que lo transitan cotidianamente. Una división por rubros: alimentos frescos, frituras, cristalería, productos electrónicos. Entre mayoristas, minoristas y ambulantes hay más de 30 mil comerciantes. La empresa recolectora de basura no da a basto para levantar las 5 toneladas diarias. Bazurto no tiene cloacas y la mayoría de los locales no tienen agua, ni luz, ni gas. El trabajo infantil es moneda corriente. Elías (13) vende mangos. Carlos (9), su hermano menor, cubre con un cartón los asientos de las motos estacionadas para que no se recalienten a cambio de una moneda. Trabajan el fin de semana “para juntar para ir a la escuela. Cuando va bien tenemos para la buseta y la merienda” ¿Y los fines de semana en los que no va bien? “No vamos al colegio por unos días.”
Cartel en puesto de bebidas. También tiene baños.

El mercado está a punto de cambiar. Los vecinos de los barrios cercanos presentaron en 2011 una orden judicial para que se lo reubicara. Los motivos: contaminación, mal olor y la ciénaga convertida en un depósito de basura. Llevaron la demanda hasta la Corte Constitucional y ganaron. La mayoría de los comercios serán trasladados en febrero al barrio El Pozón y a la Terminal de Transportes, y muy pocos conservarán su local en esta zona. Elianis de 22 años, vendedora de carteras, mientras su beba duerme en una caja dentro del puesto, tiene dudas sobre la mudanza: “Hay que ver cómo nos van a mover. Si entramos todos, en qué condiciones. Casi todos somos informales pero queremos ser formales”. Luis Zabatella (32), vendedor de carbón, no opina lo mismo: “el mercado es la mejor empresa de Cartagena. Recibe, recibe y no abona nada.” Jairo Barrera, vendedor de calzado y líder de la asociación de minorista, comparte miedos con otros puesteros: “Hay que elegir entre trasladarse o recibir un incentivo, el Plan Semilla. Está mal puesto el nombre: aunque te den un dinero si te quitan tu espacio, ¿dónde vas a plantar tu semilla?” Algunos aceptaron el incentivo pero “se lo gastan y a los pocos meses aparecen tratando de vender. Ésta es su fuente de trabajo. Es lo que saben hacer”. Jairo se refiere a los terrenos sobre los que actualmente se asienta el mercado como “la gallina de los huevos de oro”. Según sus cálculos, por la ubicación cada metro cuadrado vale unos mil millones de pesos.
En 1978, comenzó el traslado del viejo mercado de Getsemaní


Ésta no será la primera mudanza en la historia de Bazurto. Hasta el 21 de enero de 1978, el mercado estuvo en el barrio GetsemaníMuchos la recuerdan como una época dorada en la que Bazurto era más valorado: cuando fue trasladado al Playón de Gavalo hasta el presidente Alfonso López Michelsen y sus ministros asistieron a la reinauguración. “Cuando nos vinimos de Getsemaní hubo un cambio. Allí se vendía muchísimo más”, recuerda Isaura Gamarra (71), histórica vendedora de pescado. Y su clienta, Laura Urtado (43), se suma a la charla mientras elige la mercadería: “Mientras los ubiquen bien… porque todo el mundo tiene derecho a trabajar, va a ser un cambio para mejorar la ciudad”. Yeila Mariné (36), mientras cocina bollos, hace su aporte desde el puesto de al lado: “donde esté Bazurto seguirá siendo clave. El que llegue a Cartagena y no pase por acá, no conoce Cartagena.” Porque a diferencia del Centro y la zona norte, donde los turistas son mayoría, “la gente que se ve aquí, caminando entre el barro y la basura, es lo que queda de los verdaderos cartageneros.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario