miércoles, 5 de agosto de 2015

Entrevista - Marcy Alejandra Rangel

Urbano Rincón, tinterillo y picaflor

Cerca de la Torre del Reloj están los puestos de este oficio detenido en el tiempo: los encargados de transcribir documentos en máquina de escribir
Marcy Alejandra Rangel

Son las nueve de la mañana y en el Parque Las Flores, en el centro de Cartagena, el calor llega a 34 ºC. Los quioscos abrieron hace un par de horas para ofrecer a los transeúntes rosas, claveles y girasoles de colores vivos, que hacen juego con el color del cielo. En la esquina se encuentran cinco, diez, hasta quince mesitas con una máquina de escribir sobre cada una. Hay algunas sombrillas en el medio para esquivar el sol. Un cartel anuncia el oficio: declaración de renta, certificados de ingresos, documentos contables, promesa de compra venta. Son tinterillos, hombres –solo se ve una mujer– de la tercera edad que se dedican a escribir pergaminos a la vieja usanza, como paso previo a algún trámite legal.

Puesto de tinterillo en el Parque Las Flores


Urbano Rincón Nassy es un cartagenero que nació en la calle Jardín de San Diego hace 69 años; y desde hace 42 que se dedica al oficio. Hizo una complementación en el Servicio Nacional de Aprendizaje en donde, el que saliera elegido por concurso, obtendría una beca que incluye libros y un salario mínimo de 645 mil pesos. “Me gusta la mecanografía. En esta máquina Gabriel García Márquez hizo su primera novela La increíble y triste historia de Cándida Eréndida y su abuela desalmada (1978)” asegura. “Yo he redactado cartas de amor bien importantes. Y cuando tenía 8 o 10 años yo me iba para Telecom, que era la única empresa de telecomunicaciones que estaba aquí en Colombia. Hacía mensajes y me pagaban 50 centavos, 10 centavos. Así aprendí desde temprano. Ahí descubrí que hay personas que no saben ni escribir una carta. Eso me hace interesante”.

Rincón es uno de los comerciantes informales que está registrado en la Cámara de Comercio de Cartagena. Cuando comenzó, su trabajo era en oficina y se encontraba en donde ahora está el Tribunal Superior. Luego los mudaron para la sede de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales y, ahora, están sentados en un muro del Parque Las Flores. Cobra 120 mil pesos por un documento que deba firmar luego un contador, y se reparten el total. Por una carta, 5 mil. “Como yo estoy preparado, aquí levanto plata. El que no levanta es porque no sabe leer, ni escribir, ni sumar, ni restar, no se sabe ni las vocales. Es un pobre. No sé si sería por falta de recursos económicos, porque antes la educación aquí en Colombia era triste. Aunque yo anteriormente era un abogado”.

Urbano Rincón Nassy en su puesto de trabajo


Y a lo que se refiere Rincón, es a que le hubiera gustado serlo. Pero la vida lo llevó a trabajar por ocho años y diez meses como mayordomo de un barco de la marina. Se encargaba de comprar la comida, y tenía orden de preparar casi siempre sardina con lentejas: el plato más económico. “Me fui porque me echaron, yo me bajaba de un puerto y me encontraba con una chica y así. Bueno novia no, porque la mujer no se enamora de nadie, la mujer es pura ilusión. Ya yo me he dado cuenta, he sufrido mucho. Yo me he enamorado y he llorado por las mujeres, aquí entre nosotros”.

Una de esas mujeres es Miriam Mejías, su esposa desde hace 30 años. “Pero ella quiere hacer lo que le da la gana. Yo traté con un psicólogo, le dije: doctor, usted es amigo mío, ella antes me buscaba en todo momento cuando estábamos jóvenes, y ahora no quiere nada. ¿Qué me puede recomendar? Señor Rincón, me dijo, cuando la mujer coge la menopausia cambia, pero usted tiene que acariciarla. Ya he hecho de todo, hasta un pollo entero que es lo que más le gusta comer se lo he llevado y agarró y me lo tiró en la cabeza. ¿Qué puedo hacer ahí? Él me dijo que tenía que seguir insistiendo”. Luego, hace una petición: “Le he contado a usted, para que un día de estos converse con ella y le diga que no me haga llorar. Anote mi número”.

–¿Cuáles son los documentos que más le solicitan?
–¿Ya tienes tus papeles colombianos? Porque, en primera medida, a usted hay que bautizarla así esté bautizada. Después pasa por el registro civil y yo puedo decir que la conozco desde niña y soy testigo, eso no vale mucho.

–¿Hay tinterillos que hacen trampa?
–No sé. Después hablamos de eso.

–¿Le gustaría cambiar algo de su oficio?
–Tener una oficina amplia y suficiente, con aire acondicionado, dos computadores, y una periodista secretaria así como tú.

Tengo un cliente que me está esperando. Otro día me llamas y nos vemos acá.
El color negro le luce, cuídese.

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