lunes, 3 de agosto de 2015

Reportaje - Steffan Bohorquez

El bate y la tapita.

Cada domingo las calles de Olaya Herrera son un estadio.


Cartagena. Es domingo. La salsa suena a todo timbal y el sol sigue calentando el pavimento. La intercepción entre las calles de San Antonio y Papa Negro del barrio Olaya Herrera se convierte en un estadio de Bate y tapita. Los vecinos se han reunido para ver el torneo. Un escándalo rodea todas calles aledañas y el estanco Mi son está repleto. En el campo, los equipos se preparan para lanzar tapitas en los jardines imaginarios.

El bate y tapita es uno de los deportes comunitarios más populares de Cartagena, es derivado del béisbol, pero es distinto. Aquí los bates son palos de escobas viejas y las pelotas son tapitas o checas de los jugos y las gaseosas, la exigencia es mayor. “Se tiene que tener habilidad para pegarle a esa tapita pequeña” dice Alberto, de 40 años, espectador y vecino.
Medidas del bate


Los más aficionados van ocupando los mejores lugares que les permitan ver los mejores hits, dobles, triples y homerun de la jornada. No parece normal. “Para la Perimetral, cerca de las playas, no es como aquí que se enrola la gente, por eso vengo hasta”, dice Luis Miguel Zúñiga, de 64 años.

Los Mets calientan en el campo. Al estadio llegan cada vez más visitantes, se aglomeran alrededor del estadio improvisado de 25 metros cuadrados. No hay medidas precisas. Por eso si la tapita golpea en árbol de mango del jardín derecho será un hit inmediatamente, los espectadores deberán imaginarse que aquel árbol no existe y que la tapita ha alcanzado larga distancia. Lo mismo sucede si cae dentro de una casa, será un doble. Y si cae más allá de dos casas será homerun. El pícher lanza de paraguita una tapita, “¡qué linda!” se le escucha decir a alguien, “yo la hubiese mandao lejos” grita otro. Se respira la camaradería.

El torneo comienza a las 10.30. El ganador se llevará 300 mil pesos. Antes de esa hora el estadio no existe, Joaquín Vallejo de 65 años debe hacerlo aparecer. Delinea las líneas entre las bases y también les da color. Primera es amarilla, segunda es roja, tercera es azul. Para el home recortó un pedazo de un tapete viejo de su casa y le hizo un orificio de cuatro centímetros de radio en el centro, que llaman el chocho, si un lanzador logra introducir una tapita sin que toque más nada, será out. Las reglas son similares al béisbol, si tres tapitas caen sobre el home es strike, si cuatro fuera de él, se va a base por bola.
Ilustración del terreno de juego del Bate y tapita. (2015)


“El bate y tapita se juega con dos cosas importantes, – dice José Cabrera o Cabrerita, jugador experto y promotor del deporte –  un equipo de sonido grande con salsa, y la otra es una botella de licor, llámese cerveza o ron” Es habitual ver a los jugadores tomar en mitad de los partido o tomar una taza de sopa de mondongo.

Guantanamo vs Los Mets. Es turno de José Noguera como bateador en el quinto y último inning por Guatanamo. Empuña su bate y mira concentrado a Daniel Castro, champions pitcher. En el bate y tapita solo hay tiempo para un out por inning. Noguera hace un swing. ¡Strike! grita el ampáyer. El bateador falla pero siente un alivio momentáneo, la tapita no ha entrado en el chocho, vuelve a empuñar el bate.

Bate y tapita en el barrio Escallon Villa, Torneo Ricuras Julier.(2014) Cortesía.
Cada partido en promedio dura quince minutos. Al terminar, los cuatro integrantes de cada equipo (Left, Center, Right y Pitcher) conversan, con cerveza en mano, en qué se han equivocado y se preparan para el siguiente. “El problema es que algunos vienen enguyabados y así no se puede jugar” dice Amaury Fajardo, miembro de Los Mets.

El siguiente partido no espera. El ampáyer borra del tablero acrílico los resultados del partido anterior e invita a los equipos al campo. Joaquín Vallejo hace de batboy y con una vara de imán recoge las tapitas para el nuevo lanzador.

El Bate y tapita se organiza gracias a la participación de la comunidad, es un deporte que integra en convivencia, pero para Cabrerita no es suficiente. La esperanza de que el bate tapita sea más que una actividad recreativa y que sea un deporte reglamentado lo desvela. “Eso es lo que está faltando – dice – que haya organización, que los que equipos sean clubes, para así ingresar al sistema nacional como deporte, no como deporte social comunitario”. Cita la ley 181 de enero 18 de 1995, en la cual define en su artículo 16 que “Es el aprovechamiento del deporte con fines de esparcimiento, recreación y desarrollo físico de la comunidad.”. Mientras eso ocurre Cabrerita no dejara de jugar, ni de registrar ese deporte en su canal de YouTube. 

La jornada termina a las dos de la tarde, no se volverá a jugar a este el otro domingo. Tiene poca importancia quien ha ganado o quien ha perdido. El estadio sigue repleto. Solo quedará vacío cuando jugadores y asistentes se hayan embriagado o el dinero se haya acabado.




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