lunes, 3 de agosto de 2015

Reportaje - Lucía Demarchi

La resistencia de los pescadores postergados

 

Lucía Demarchi
Cartagena de Indias. De la Ciénaga de la Virgen brotaban peces. Fueron los que alimentaron durante dos siglos a los vecinos de La Boquilla -en el norte de Cartagena- y terminaron por construir su identidad: la de pescadores. Los cardúmenes hacían lo que les marcaba la naturaleza: ingresaban desde el mar por pequeñas bocas en la estrecha zona continental que dejaban fluir el agua salada. El agua de lluvia también terminaba en la ciénaga y generaba un ambiente propicio para que los peces desovaran y se reprodujeran. Hoy casi no ocurre. Y en unos meses, todo será peor. Las obras viales bloquearon hace poco más de 20 años el curso natural de las aguas y el de la vida de los vecinos. Y cuando la nueva carretera que ya está proyectada sea construida, la situación será aún más grave. A los impactos en el ya dañado ecosistema deben sumarse los sociales en un sector postergado de la ciudad al que hoy le toca rehacer, a la fuerza, su identidad: la de pescadores, pero organizados; la de pescadores que resisten los desalojos silenciosos de los capitales privados que con lujosas torres se apoderan de la zona.



En el centro del corregimiento de La Boquilla está el sector de Las Mellas. La palabra es localista y significa “gemelas”. En una cuadra de esa zona, cuatro familias tienen pares de hijas idénticas. Esa anécdota le otorga el nombre al barrio que habitan 9 mil personas. Es ahí donde viven Osvaldo Contreras y Margelis Mancaris. Ellos, claro, son pescadores. Como sus padres. Como sus abuelos. Como los que viven en la casa de al lado y en la de enfrente.

La ocupación en la zona data de antes de la Colonia, pero La Boquilla como tal fue fundada hace unos 200 años por descendientes de esclavos en un lugar estratégico para la actividad que desarrollaban: a un lado, el mar Caribe; al otro, la Ciénaga. Aquel paisaje ya no existe. Si, el agua sigue allí, aunque bordeada por lujosos edificios y el Anillo Vial de Cartagena (o Vía al Mar), un corredor de 22,5 kilómetros construido entre 1984 y 1992 para unir el barrio Crespo con el corregimiento de Bayunca. Fue entonces cuando el flujo de agua hacia la ciénaga fue entubado, y el ecosistema alterado en forma drástica.

“Con la llegada del Anillo Vial matan la ciénaga, le matan las entradas y eso perjudica al boquillero. Porque la empresa del boquillero es la ciénaga”, dice Osvaldo. Él y Margelis son miembros de Ecopesca, asociación integrada por 167 pescadores de 94 familias. Tienen en claro que desde ese momento la profundidad de la Ciénaga de la Virgen se redujo en forma considerable y que por eso ahora la laguna litoraleña se calienta rápido y los peces casi no la transitan, ni la usan para dejar sus huevos. “Esta manchita de agua producía mucha plata”, recuerdan. Ya no lo hace. En promedio, un pescador gana 10 mil pesos en tres días, y con ese dinero, “hay que hacer magia para vivir”. Por eso desde la década del ’80 los pescadores de La Boquilla migraron de rubro: algunos, a la construcción; otros, al turismo, que se convirtió en el segundo ingreso en la zona. 



Ecopesca nació en 2006 con el objetivo de que los pescadores volvieran a lo suyo, pero también para evitar los desplazamientos forzosos a los que están sometidos los boquilleros históricos. Se trata de una población de Estrato 1, o sea, el más bajo de la escala que va hasta el 6 y se basa en la clasificación de las viviendas para la asignación de las tarifas de los servicios públicos. Cuánto más bajo, menos se paga. También sirve para otorgar fondos para viviendas sociales y obras públicas en los sectores más desfavorecidos. Pero esto no ocurre en Las Mellas. Y es que esa área es considerada “bajamar”: una extensión de terreno que por estar cerca del océano pertenece al Estado. Aunque esto no impidió el desembarco de capitales privados que desde hace 15 años construyen lujosos hoteles y edificios de Estrato 6 pegados a las casas de los pescadores. Esto aumenta el costo de los impuestos y de la vida en el barrio. Por eso los boquilleros terminan por vender sus terrenos a los inversores a precios bajos para que levanten nuevas torres. “En Colombia se habla de desplazamiento forzado cuando tiene que ver con la guerrilla. Aquí no podemos hablar de guerrilla, pero a nosotros es el Gobierno el que nos está desplazando, y eso es aún peor”.

En La Boquilla viven desde hace algunos años los sectores más acomodados de la sociedad cartagenera. Esto, y el turismo, hizo que la Vía al Mar quedara chica y que el Estado nacional planificara la construcción del Viaducto Gran Manglar, que atravesará la ciénaga por la mitad. Eso cuenta Néstor, de Corporación Nueva Generación de Nativos de Boquilla, asociación que trabaja con Ecopesca para frenar el impacto que de la megaobra. Los boquilleros ya no esperan que la ciénaga se salve. Saben que ni bien se inicie la construcción los peces desaparecerán y la actividad pesquera estará frenada. Por eso orientan su lucha a conquistar una parte de los 15 mil puestos de trabajo que se van a generar. Quieren que el Estado capacite a los vecinos para que puedan ocuparlos. “A nosotros nos tienen como un pueblo de pescadores revolucionario, problemático y violento, pero es mentira. Nos tienen olvidados y tenemos que reagruparnos para pelear por lo nuestro”.

1 comentario:

  1. Lucía, buenos días. Quería conocer la posibilidad de contactarnos para hacerte una consulta sobre este tema. Quedo muy pendiente. De antemano te agradezco.

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