viernes, 7 de agosto de 2015

Reportaje 2 - María de los Milagros Colón Cruz

Cartagena: un puerto para la creación fílmica

La ciudad carece de un organismo que asegure la inversión de cineastas internacionales

Por: María de los Milagros Colón Cruz

Las cámaras visitan con frecuencia a Cartagena. La mayor parte de las producciones cinematográficas que en 2013 solicitaron rodar en Colombia - 40% - prefirieron hacerlo en esta ciudad, pero el proyecto del mismo año que pretendía crear una Comisión Fílmica quedó engavetado.  Cartagena se convierte en un puerto. Llegan proyectos internacionales atraídos por la arquitectura y la cultura del centro de la ciudad - declarado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad en 1984 - pero se van, y dejan menor inversión de lo que podría.

El potencial es mucho. La ciudad amurallada sirvió de escenario a películas como La Queimada (1969) del director italiano Gillo Pontecorvo y Amor en los tiempos del cólera (2007) del estadounidense Mike Newell. La última pieza, inspirada en la novela del mismo nombre de Gabriel García Márquezfue rodada en 2006. Se mostraron las estructuras coloniales y el clima que obliga a sudar; Cartagena regresó a inicios del siglo pasado siglo y ello requirió emplear a 750 artesanos y 6,500 extras, además de 14 mil noches en hoteles y otras inversiones que significaron un gasto total de 20 millones de dólares, dijo en 2013 Felipe Aljure, director asociado del filme.

En ese año se intentó desarrollar una Comisión Fílmica que no solo serviría para promover a la ciudad como destino, sino también a sumar el talento local a las propuestas de realizadores internacionales.  El proyecto estuvo en los periódicos locales. Sobraba el entusiasmo. Se unieron creativos y administradores para establecer el plan del que hoy poco o nada se escucha, y que quedó atascado en el Concejo Distrital. Las posibilidades de la ciudad más cotizada queda en manos del gobierno local, aunque otros esfuerzos se unen.


Equipo de trabajo del FICCI
Vanessa Capella, Lorena Ordosgoitia,
Camila Isaza y Maria Clara Mejía
Fuente: El Universal (2011)
Entre la calle San Juan de Dios y San Francisco Javier está la oficina del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, corporación privada sin ánimo de lucro . La jefa administrativa, Lorena Ordosgoitia, levanta las cejas en señal sutil de molestia. Explica que los directores y productores internacionales llegan con sus equipos y el talento local queda rezagado. “Sabemos que vienen muchas producciones, pero créeme que si ahí hay un 10% de gente local será mucho.” Insiste en que por ello es necesaria la comisión. “Es un absurdo que la ciudad no pueda beneficiarse más de esto.”  El FICCI es el más antiguo de América Latina con 55 años de historia. Cientos de cineastas convierten a la ciudad en una pantalla gigante, los telones se abren; en marzo de cada año el mundo conoce a Cartagena y Cartagena al mundo. Pero “sin duda hace falta ampliar el trabajo que hacemos desde aquí, necesitamos garantías”.

Otras ciudades han tomado ventaja. Medellín ya tiene su Comisión Fílmica y en 2013 recibió un 20% de las solicitudes de grabación; la mitad de lo que recibió la ciudad amurallada. Bogotá fue la primera en crearla. Anunciaron su fundación en octubre del 2014 y comenzó a trabajar en marzo del 2015. “Es necesario tenerla, mejor dicho, estamos atrasados”. Ordosgoitia insiste: "Cartagena es la joya de la corona”.
Vea: "Comisión Fílmica de Bogotá: un proyecto pionero en el país"

 “Desde su estructura política es una ciudad con muchas complicaciones. Muy viciadas también, digamos.” Según la administradora el gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha dado relevancia al cine como mercado potencial apoyando la Comisión Fílmica Colombiana, pero la administración distrital ha sido muy lenta en este tipo de desarrollo. “Hemos estados atentos a ver qué pasa con ese asunto y nada.” No quiso abundar.
Vea: Portal de la Comisión Fílmica Colombiana

Las plazas seguirán recreando historias, los siglos regresarán a la ciudad y a la gente, y posiblemente seguirán perdiéndose millones de dólares en un mercado al que no hay que salir a buscar. Cartagena sola los llama. Cada filme internacional, como un barco, llega, obtiene lo que necesita, y se va. "Podemos quedarnos con más".

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