viernes, 7 de agosto de 2015

Reportaje 2 - Álvaro Pión Salas

A pedalazos ciclistas aficionados se abren espacio en Cartagena

Aseguran que tienen que luchar con el desinterés
de las autoridades y la antipatía de los conductores 



Cartagena. A una señal del líder no menos de 168 pares de pedales se pusieron ayer en movimiento. Entraron por uno de los boquetes de la Torre del Reloj y atravesaron la Plaza de la Paz, con rumbo al interior de la ciudad vieja. En último lugar iba Pedro Rodríguez, de 24 años.Eran las 8:10 de la noche, avanzaba lentamente, con la fuerza que su falta de práctica le permitía.

Rodríguez es ingeniero de sistemas y desde hace un mes pertenece al grupo de cerca de 90 personas que los martes y los jueves se citan para “recorrer el centro” en bicicleta. Explicó que su motivación para montarse “en un caballito de acero” es el exceso de peso y la vida sedentaria que lleva “frente al computador”. Para él es una forma de “combatir la obesidad” y evitar enfermedades cardíacas, comunes en su familia. Se para sobre los pedales y, “al mejor estilo de Nairo Quintana (ciclista colombiano) atacando la montaña en el Tour de Francia”, trata de ponerse a la par de sus compañeros para no quedar rezagado con su bicicleta de $2.000.000. "Tuve que ahorrar durante varios meses y usar la tarjeta de crédito para comprarla. La cuido más que a mí mismo", comentó riéndose. 

Reconoció que hasta ahora le ha dado “duro” ponerse a tono, pero lo que más le preocupa es “la falta de respeto al ciclista por parte de los conductores, sobre todo de taxis y busetas”. Recordó que en noviembre de 2014 dos ciclistas murieron arrollados por un bus, en la vía que comunica a la ciudad con el corregimiento de Bayunca. (Ver nota relacionada sobre el accidente). “Yo no lo viví, pero fue un golpe muy duro para el grupo. Hubo algunas protestas pero en la Alcaldía no se han tomado medidas para mejorar la situación de los ciclistas”, afirmó Rodríguez mientras descansaba en una parada en el parque La Marina.

Sin una política clara. Ronaldo Osorio es el líder de una agrupación de ciclistas llamada Tiger a la que están vinculadas 28 personas. Contó que en 2004 empezó a practicar regularmente el ciclismo de ruta y que desde entonces han sido muchos los inconvenientes que ha tenido con taxistas y choferes de buses. “El problema es que no hay ciclovías, ni nada que se le parezca. No podemos andar por las aceras por los peatones, entonces debemos bajar a las calles, pero nos exponemos a que nos atropellen”, expresó Osorio con molestia mal disimulada.

Dentro de la planeación urbanística de Cartagena no están contempladas rutas exclusivas para los ciclistas. Así lo reconoció José Molina, jefe de prensa del Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte, Datt, sin embargo aseguró que a medida que ha ido “popularizándose este medio de transporte” se han tomado disposiciones como el uso obligatorio de casco, de chaleco reflectivo en las noches y el apoyo de seis agentes de la oficina de educación vial “para que hagan acompañamiento y patrullaje en el sector histórico del centro”. 

Para el jefe de los Tiger la normativa es insuficiente. “Está estipulado que los carros deben ir a metro y medio del ciclista, pero no respetan eso, a menos que uno vaya en cardumen (grupo), ahí se aguantan porque matarían a un poco”, indicó mientras bebía agua panela a sorbos.

El jefe de prensa del Datt, por el contrario, consideró que las medidas han mejorado para garantizar un buen uso de la bicicleta. “Estamos regulando los locales donde las alquilan en el centro. Hemos censado unos 12 y tienen en promedio unas 30 bicicletas. Además hay multas para quienes no utilizan los accesorios apropiados de $80.000 y la inmovilización de la bicicleta”.



El negocio del alquiler. “Desde hace unos cinco años en el centro de Cartagena se ha puesto de moda el uso de bicicletas”, contó Graciela Torné, dueña de un local de alquiler. En mayo pasado incorporó la renta a su oferta de recorridos turísticos, "porque se ha convertido en un buen negocio". En el establecimiento pintado de amarillo de tres metros de ancho y 10 de fondo, en la calle 'Primera de Badillo' almacena 10 bicicletas de color agua marina, que alquila a $5.000 la hora. "El negocio mejora los fines de semana, donde alcanzamos hasta cinco tandas ($250.000) los tres días (viernes, sábado y domingo)", agregó.

Sandra Castro también decidió alquilar 'caballitos de acero' porque le resultaba muy lucrativo. Hace 15 días agregó a la venta de hamacas y accesorios tejidos, en un local de la calle 'Ayos', la renta de bicicletas. Tiene siete y al igual que Graciela, el precio por una hora de "recorrido por el sector amurallado y Bocagrande" es $5.000. Las bicicletas le costaron entre $380.000 y $450.000, y en el tiempo que lleva "en el negocio" ha ahorrado para comprar "dos más".



Otro problema. Eran las 9:10 de la noche y el grupo llegó a la plaza de la Trinidad, en el sector de Getsemaní. Los ciclistas se mezclaban con los turistas que constantemente visitan el lugar, sin embargo resaltaban por las ropas de licra, los chalecos reflectivos y las luces LED que titilaban en las bicicletas. Carlos Gómez, 45 años, líder del colectivo Trépate (25 miembros), señaló que desde hace dos años se hace el recorrido por la ciudad, un trayecto de cerca de 11 kilómetros. "Salimos a las 7 de la noche de la bomba del Ámparo (suroriente de Cartagena) y llegamos hasta la Torre del Reloj. En el camino se nos va pegando gente. Al centro llega la gente que vive en el norte, a las 8", manifestó quitándose el casco y mostrando una frente sudada.

A Gómez le preocupa que los ladrones empiecen a prestarles atención y quieran robarles las bicicletas. "Vamos montados en $2.000.000, algunos tienen hasta $5.000.000 invertidos, porque quieren tener un equipo bueno", explicó. Gómez, quien es mensajero de una empresa, expresó que el costo no es solo "el vehículo" sino todos los accesorios que lleva. "Lo básico son $360.000. El casco vale $70.000, el chaleco reflectivo son $40.000, las luces rojas posteriores $70.000, luces LED $120.000 y la ropa son como $60.000", especificó. Agregó que los casos ya empezaron a presentarse. "Hace como un mes a un compañero le salió un tipo con un machete y casi le quita la bicicleta", dijo y se puso el casco al ver llegar al último del grupo. Eran las 9:30 de la noche y consideraba que debían regresar a sus casas.

Pedro Rodríguez entró a la plaza y apenas tuvo un momento para recuperar el aliento. Sus compañeros le gritaban "tortuga" y se reían de él, pero parecía no importarle. Se excusaba en la falta de experiencia y les replicaba que "pronto les dejaré el pelero (dejarlos atrás), dejen que coja cancha" y en un tono más bajo, como para sí mismo, "solo espero que para ese momento no me haya matado un carro". Se paró en los pedales "como Nairo Quintana" y salió a alcanzar a sus compañeros.

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