viernes, 7 de agosto de 2015

Reportaje II - Marcy Alejandra Rangel


La Serrezuela atenta contra la muralla

La reconstrucción de la antigua plaza de toros no ha tomado en cuenta las normas de protección del patrimonio
Marcy Alejandra Rangel

Así quedará La Serrezuela en 2018


En la calle de la Reculada del Ovejo, frente a las bóvedas, en San Diego, se encuentra una pared falsa y acartonada de color blanco que muestra una maqueta tridimensional. En el hipotético dibujo se ven personas caminando sobre un piso color ladrillo –no empedrado, como el resto de la ciudad-, chorros de agua que emergen del suelo para disipar el calor de Cartagena y un centro comercial enmarcado en la antigua plaza de toros de la Ciudad Amurallada. La Serrezuela, próximo centro de convenciones, es tema de discusión sobre si es o no un atentado al patrimonio.

El circo teatro fue construido originalmente en 1930, por iniciativa de Fernando Vélez Daníes; estuvo abierto hasta 1972 y fue declarado monumento nacional en 1995. Lucía tablas de madera, diseñadas por el artesano Marcial Calvo, como las que estaban de moda en la última década de 1800. El proyecto de reconstrucción cuesta 200 mil millones de pesos y promete devolver a la antigua plaza sus características originales de graderías y palcos de madera, con capacidad para 1900 personas. Pero la modernidad viene con fuerza: 64 unidades de estacionamiento, 10 mil metros cuadrados para ubicar 100 locales comerciales, 2500 metros cuadrados para terrazas, dos fuentes grandes con 150 chorros que se manejarán por computadora y un techo con una estructura que, en el centro, se podrá abrir y cerrar. En una rueda de prensa, el gerente del proyecto Aaron Cohén dijo: “En ningún otro lugar de Colombia hubiera podido funcionar mejor un proyecto de esta envergadura porque Cartagena tiene todos los componentes para ser única y tiene inmensas oportunidades de inversión para fortalecerse”.

Pero las normas dicen otra cosa. El Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico definió las formas de movilidad: marítima a través del puerto, de tracción animal y peatonal dentro de la muralla. A pesar de que el centro fue diseñado para ser caminado, las aceras son excesivamente angostas y los transeúntes ocupan el poco espacio que les queda a taxis y carros particulares. Lo que va de construcción, elimina por completo el espacio peatonal en esa manzana. César Miranda, trabajador desde hace 23 años del parqueadero del Supermercado Éxito que se encuentra al lado de la construcción, señala: “Ahora esta calle no podrá ser encuentro con nadie. Si viene un carro, Dios me libre. Hay que cambiar de dirección rapidito y sin tropezar, porque la construcción nos quitó toda la acera”. El ciudadano cree que también la muralla está siendo afectada, aunque no tenga detalles. “Desde que empezó la construcción hay huecos en este sector”, agrega.



Maqueta de La Serrezuela


Sully Moreno es habitante desde hace 40 años de la casa amarilla que está ubicada al lado de la construcción. En el estacionamiento, hay un celador que vigila el hundimiento que se produjo por esos trabajos y por el hostal Agua de Coco que también se está levantando en la intersección. “Ya los dueños llevaron el caso a la justicia, porque no nos quieren pagar los daños que ya ni sabemos cuánto cuestan de lo importantes que son”.

La Serrezuela es un tema tabú en Cartagena. La Cámara Colombiana de Construcción y el Instituto de Patrimonio y Cultura no se pronuncian al respecto. Sin embargo, el Plan de Ordenamiento Territorial aclara que dentro de la Ciudad Amurallada no deben construirse edificaciones de más de cuatro pisos por ser un bien de interés cultural, y el proyecto de la constructora Cohen pretende cinco, lo que hace que se destaque por encima de la muralla. “Los Bienes de Interés Cultural solo permiten ser ampliados cuando no haya otra forma de garantizar la sostenibilidad del propio inmueble; pero mientras la ley se refiere a viviendas, jamás podría pensarse que se autorizara construir cinco pisos para uso comercial”.


La nueva Serrezuela abrirá en 2018, luego de 36 meses de trabajo con mano de obra local. Producirá 200 empleos directos y 1000 indirectos. Mientras tanto, el transeúnte solo puede ver una inmensa pared acartonada y blanca que alcanza hasta la mitad de la calle: La Serrezuela es la acera invisible.


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